un peso por votante!
Sólo un maestro como Molina Morillo puede explicar magistralmente la triste realidad que nos gobierna. Que llega a ser un abuso cometido contra los ciudadanos, la mayoría pobres, quienes tenemos que regalar cada mes un peso a los senadores. Algunos como quien no quiere la cosa llegan casi al millón.
Mis Buenos Días
Tres obispos + 9 millones
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
La crónica periodística da cuenta de que tres respetables obispos católicos cuestionan la disposicicón senatorial que el pueblo ha bautizado como “el cofrecito”, y que consiste en que cada senador recibe mensualmente, por encima de su sueldo, una suma fabulosa que éticamente no se puede justificar bajo ningún concepto.
La crónica periodística a la que me refiero, se quedó corta, muy corta, puesto que a los tres obispos escandalizados habría que sumarle los nueve millones de dominicanos que, según las estadísticas, pueblan este pedazo de isla. Porque es imposible salir del asombro.
Por si acaso hay por ahí algún marciano que acaba de llegar a la Tierra y no sabe de qué se trata esta mayúscula inmoralidad, voy a repetir de qué se trata: la mayoría de los senadores, al igual que la de los diputados, crearon en su momento sus propias y particulares Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), que recibían generosas asignaciones del Presupuesto Nacional, bajo el pretexto de que a través de ellas realizaban obras de bien social. Cuando, por presiones internacionales, desaparecieron las ONG’s, los creativos senadores inventaron un mecanismo, vigente a la fecha, mediante el cual cada uno de ellos recibe mensualmente un peso por cada votante registrado en su provincia. Ello permite que algunos senadores reciban hasta 900,000 pesos mensualmente, dizque para obras de caridad de las que no se rinden cuentas a nadie.
Para eso paga usted, lector o lectora, impuestos al Estado.
¿Puede decirse que esos señores nos representan? A mí, no. Y creo que a ninguno de los 9 millones de zánganos que pueblan este pedazo de isla.
La crónica periodística a la que me refiero, se quedó corta, muy corta, puesto que a los tres obispos escandalizados habría que sumarle los nueve millones de dominicanos que, según las estadísticas, pueblan este pedazo de isla. Porque es imposible salir del asombro.
Por si acaso hay por ahí algún marciano que acaba de llegar a la Tierra y no sabe de qué se trata esta mayúscula inmoralidad, voy a repetir de qué se trata: la mayoría de los senadores, al igual que la de los diputados, crearon en su momento sus propias y particulares Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), que recibían generosas asignaciones del Presupuesto Nacional, bajo el pretexto de que a través de ellas realizaban obras de bien social. Cuando, por presiones internacionales, desaparecieron las ONG’s, los creativos senadores inventaron un mecanismo, vigente a la fecha, mediante el cual cada uno de ellos recibe mensualmente un peso por cada votante registrado en su provincia. Ello permite que algunos senadores reciban hasta 900,000 pesos mensualmente, dizque para obras de caridad de las que no se rinden cuentas a nadie.
Para eso paga usted, lector o lectora, impuestos al Estado.
¿Puede decirse que esos señores nos representan? A mí, no. Y creo que a ninguno de los 9 millones de zánganos que pueblan este pedazo de isla.
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