Haitianos muy presentes en la vida productiva dominicana
Esta señora es una de las tantas haitianas que cada día van a las calles dominicanas a ganarse la vida. La gran mayoría trabaja como obreros de la construcción y el agro, y como vendedores de helados, jugos, frituras, tarjetas de llamadas telefónicas y chucherías. Los haitianos están cada vez más presentes, cada vez más imperceptibles. (El Nacional/Guillermo Burgos)
POR SHIRA ABREU
Cuando vemos algo con regularidad nos termina pareciendo tan familiar que ni lo notamos. Eso pasa con la silenciosa pero creciente y fuerte inserción de haitianos en los sectores productivos, cada vez más diversos. Muchos los creen sólo relegados a la construcción y al corte de caña, pero la realidad es que ellos emigran a República Dominicana en busca de una mejor vida y para lo cual aprenden oficios y no dudan desempeñar duras tareas.
Uno de esos casos es el de Juan Pierre, un joven haitiano que llegó a Santo Domingo hace cuatro años a probar suerte y decidido a progresar.
Juan estudió electricidad en una academia haitiana que recuerda con el nombre “Pandiasu”. Trabajaba en Haití instalando redes eléctricas en construcciones de casas y edificios. Pero los ingresos no eran suficientes y viajó a Santo Domingo.
Buscaba trabajo de electricista pero consiguió de heladero. Como todo heladero, haitiano o dominicano, pasaba largos días de calor en las calles vendiendo su fría mercancía.
Seguía buscando trabajo de electricista pero logró vender tarjetas de llamadas, también en las calles. Hasta que lo contrataron como ayudante eléctrico, ha logrado buenas contratas, y otras no tan buenas.
Uno de esos casos es el de Juan Pierre, un joven haitiano que llegó a Santo Domingo hace cuatro años a probar suerte y decidido a progresar.
Juan estudió electricidad en una academia haitiana que recuerda con el nombre “Pandiasu”. Trabajaba en Haití instalando redes eléctricas en construcciones de casas y edificios. Pero los ingresos no eran suficientes y viajó a Santo Domingo.
Buscaba trabajo de electricista pero consiguió de heladero. Como todo heladero, haitiano o dominicano, pasaba largos días de calor en las calles vendiendo su fría mercancía.
Seguía buscando trabajo de electricista pero logró vender tarjetas de llamadas, también en las calles. Hasta que lo contrataron como ayudante eléctrico, ha logrado buenas contratas, y otras no tan buenas.
Su nombre es Fuisner, tiene 24 años, está casado en República Dominicana con una compatriota suya. Hace tres años que llegó al país y no viaja mucho a suyo porque aquí ya echó raíces: Tiene un niño y por él trabaja cada día en su puesto de fritura. Como él miles. El Nacional/Guillermo Burgos.
Juan dice que aunque en el país no gane mucho, en el suyo ganaba menos.
La situación de Juan que puede trabajar como técnico es la de la minoría de inmigrantes haitianos en Dominicana. Pues la inmensa mayoría no tiene preparación académica y desempeñan trabajos poco remunerados.
Dominicana ha sido históricamente receptora de inmigrantes haitianos, principalmente a partir de los primeros años del siglo pasado. Lo que inició hace casi un siglo con los haitianos que venían a cortar caña a los ingenios, fue extendiéndose a la agricultura y la construcción.
En la actualidad haitianos trabajan diversos renglones como el comercio informal, con la instalación de puestos para la venta de frituras, jugos de caña y de naranjas, así como la venta de helados y tarjetas de llamadas en los semáforos. También en la belleza, con la aplicación de extensiones trenzadas de cabellos; la educación de idiomas y el turismo (por su dominio de francés, inglés y español), entre otras.
Su presencia es, además, notable en las universidades. Recientemente 491 haitianos que estudian en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm) fueron beneficiados con la renovación de su visado dominicano. En otras universidades como la Iberoamericana y Autónoma de Santo Domingo también es importante la presencia de estudiantes de esa nacionalidad. Muchos de ellos son hijos de adinerados haitianos y cuando terminan sus carreras vuelven a su país. Todos o casi todos son excelentes estudiantes de comportamiento ejemplar.
Los haitianos se integran a la cultura y a los trabajos informales que predominan en la clase pobre dominicana. Entre ellos se ha notado que algunos han incursionado en el transporte como choferes de carros de concho y como motoristas en los barrios y pueblos.
Cifras de la encuesta sobre inmigrantes en República Dominicana en 2004, analizadas por Wilfredo Lozano y Frac Báez, revelaron que el 40.87 por ciento de los haitianos en el país desempeñan labores agrícolas, el 38.84 construcción, seguidas por labores diversas con 9.21, en el pequeño comercio laboran 8.87 de esos inmigrantes y el 2.21 se ocupan el servicio doméstico.
Un recorrido hecho por reporteros de El Nacional por barrios y residenciales del Distrito Nacional reflejó que los haitianos están a cada paso. En las esquinas se ven mujeres mendigando, algunas de ellas acompañadas de niños. En zonas turísticas como El Conde y Malecón venden obras de arte y artesanía; unos trabajan como guardianes y en otras intersecciones hay puestos de frituras y jugos. Y en las construcciones los obreros son casi en su totalidad de esa nacionalidad.
Aunque la presencia de haitianos en la ciudad es creciente, siguen representando cerca del 90 por ciento en la siembra y la recolección de arroz. La Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) estima que en la producción de arroz hay 88 mil 200 haitianos empleados. Y en el corte de caña unos 55 mil, para un promedio del 95 por ciento del total de la mano de obra.
En los mercados también es frecuente verlos negociando. Allí colocan puestos de plátanos, piñas o los venden ambulante moviéndose lentamente entre la multitud de compradores.
En el mercado de Cristo Rey se observaron también a haitianas vendiendo diferentes productos empacados en paquetes individuales, como detergente en polvo, ajo, jabón, cajas de fósforos.
El tema de los haitianos en el país ha tomado relevancia este año con la publicación y proyección en París y Florida de fotos y documentales que señalan a República Dominicana como esclavistas de haitianos. Esto ha provocado una avalancha de informaciones y opiniones.
Este año sólo los periódicos Hoy y El Nacional han dedicado alrededor de una docena de editoriales rechazando las acusaciones de organismos internacionales contra el país.
Asimismo, diferentes entidades y personalidades abogan porque Estados Unidos, Canadá y Francia asuman el compromiso de ayudar a Haití, que es el país más pobre de Latinoamérica y el Caribe, y uno de los más pobres del mundo. En República Dominicana se estima que habita alrededor de un millón de haitianos.
La situación de Juan que puede trabajar como técnico es la de la minoría de inmigrantes haitianos en Dominicana. Pues la inmensa mayoría no tiene preparación académica y desempeñan trabajos poco remunerados.
Dominicana ha sido históricamente receptora de inmigrantes haitianos, principalmente a partir de los primeros años del siglo pasado. Lo que inició hace casi un siglo con los haitianos que venían a cortar caña a los ingenios, fue extendiéndose a la agricultura y la construcción.
En la actualidad haitianos trabajan diversos renglones como el comercio informal, con la instalación de puestos para la venta de frituras, jugos de caña y de naranjas, así como la venta de helados y tarjetas de llamadas en los semáforos. También en la belleza, con la aplicación de extensiones trenzadas de cabellos; la educación de idiomas y el turismo (por su dominio de francés, inglés y español), entre otras.
Su presencia es, además, notable en las universidades. Recientemente 491 haitianos que estudian en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm) fueron beneficiados con la renovación de su visado dominicano. En otras universidades como la Iberoamericana y Autónoma de Santo Domingo también es importante la presencia de estudiantes de esa nacionalidad. Muchos de ellos son hijos de adinerados haitianos y cuando terminan sus carreras vuelven a su país. Todos o casi todos son excelentes estudiantes de comportamiento ejemplar.
Los haitianos se integran a la cultura y a los trabajos informales que predominan en la clase pobre dominicana. Entre ellos se ha notado que algunos han incursionado en el transporte como choferes de carros de concho y como motoristas en los barrios y pueblos.
Cifras de la encuesta sobre inmigrantes en República Dominicana en 2004, analizadas por Wilfredo Lozano y Frac Báez, revelaron que el 40.87 por ciento de los haitianos en el país desempeñan labores agrícolas, el 38.84 construcción, seguidas por labores diversas con 9.21, en el pequeño comercio laboran 8.87 de esos inmigrantes y el 2.21 se ocupan el servicio doméstico.
Un recorrido hecho por reporteros de El Nacional por barrios y residenciales del Distrito Nacional reflejó que los haitianos están a cada paso. En las esquinas se ven mujeres mendigando, algunas de ellas acompañadas de niños. En zonas turísticas como El Conde y Malecón venden obras de arte y artesanía; unos trabajan como guardianes y en otras intersecciones hay puestos de frituras y jugos. Y en las construcciones los obreros son casi en su totalidad de esa nacionalidad.
Aunque la presencia de haitianos en la ciudad es creciente, siguen representando cerca del 90 por ciento en la siembra y la recolección de arroz. La Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) estima que en la producción de arroz hay 88 mil 200 haitianos empleados. Y en el corte de caña unos 55 mil, para un promedio del 95 por ciento del total de la mano de obra.
En los mercados también es frecuente verlos negociando. Allí colocan puestos de plátanos, piñas o los venden ambulante moviéndose lentamente entre la multitud de compradores.
En el mercado de Cristo Rey se observaron también a haitianas vendiendo diferentes productos empacados en paquetes individuales, como detergente en polvo, ajo, jabón, cajas de fósforos.
El tema de los haitianos en el país ha tomado relevancia este año con la publicación y proyección en París y Florida de fotos y documentales que señalan a República Dominicana como esclavistas de haitianos. Esto ha provocado una avalancha de informaciones y opiniones.
Este año sólo los periódicos Hoy y El Nacional han dedicado alrededor de una docena de editoriales rechazando las acusaciones de organismos internacionales contra el país.
Asimismo, diferentes entidades y personalidades abogan porque Estados Unidos, Canadá y Francia asuman el compromiso de ayudar a Haití, que es el país más pobre de Latinoamérica y el Caribe, y uno de los más pobres del mundo. En República Dominicana se estima que habita alrededor de un millón de haitianos.
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