¿Qué pasa con los niños?
La franja entre travesuras e irrespeto es cada vez más delgada en el comportamiento de los niños.
Lo digo porque ayer viví, por segunda vez, una experiencia muy desagradable.
Camino a mi casa, al mediodía, habían dos niños sentados frente a una casa. Cuando uno de ellos grita: “El está enamorado de ti”. Cualquier mujer se siente alagada con ese piropo y es posible que volte y le regale una sonrisa a los pequeños. Pero a los pocos segundos el mismo niño, de unos 10 años, añade: “Y te lo quiere meter por el cu..to”.
Es la segunda vez que lo hacen. Y me dejan tan perpleja como la primera.
El niño gritó fuerte esas palabras, es decir que es seguro que cualquier adulto que estuviese dentro de esa casa lo escuchó. Yo esperaba que su madre, o la persona que los cuida, saliera y le llamara la atención. Pero ese reclamo nunca llegó.
Los niños siempre han sido atrevidos pero cada vez son más irrespetuosos. Y eso se ve en diferentes extractos sociales.
El lugar del “piropo” no fue un barrio marginado y según la vestimenta de los niños no parecían pobres. Claro, no quiere esto decir que a los pobres se les justifiquen las faltas de respeto, pero ya es casi normal que en las calles de los barrios pobres se escuchen improperios de boca de niños y adultos.
Yo nací y me crié en un barrio de un pueblo. En aquellos tiempos (no hace mucho porque sólo tengo 24 años) los padres nos obligaban a respetar tanto a los mayores como a los otros niños.
Un ejemplo es que al colmado de mi papá ningún niño se atrevía a decir "malas palabras" ni a ir sin camisa al colmado. Y si alguno llegaba así, papi los obligaba (a través de consejos) a volver a su casa y ponerse alguna camisa, antes de venderle cualquier mercancía. El niño volvía vestido y luego la madre le agradecía a papi que la ayudada y aconsejara su hijo.
No obstante, la mayoría mis vecinos de la niñez eran pobres y muy pobres, eran generalmente respetuosos.
Las cosas van cambiando. Es momento de hacer un alto en el camino y evaluar cómo estamos educando los niños? Qué les enseñamos en las casas, escuelas y barrios?
Y tomar la decisión de educar, entre todos, la nueva generación.
Lo digo porque ayer viví, por segunda vez, una experiencia muy desagradable.
Camino a mi casa, al mediodía, habían dos niños sentados frente a una casa. Cuando uno de ellos grita: “El está enamorado de ti”. Cualquier mujer se siente alagada con ese piropo y es posible que volte y le regale una sonrisa a los pequeños. Pero a los pocos segundos el mismo niño, de unos 10 años, añade: “Y te lo quiere meter por el cu..to”.
Es la segunda vez que lo hacen. Y me dejan tan perpleja como la primera.
El niño gritó fuerte esas palabras, es decir que es seguro que cualquier adulto que estuviese dentro de esa casa lo escuchó. Yo esperaba que su madre, o la persona que los cuida, saliera y le llamara la atención. Pero ese reclamo nunca llegó.
Los niños siempre han sido atrevidos pero cada vez son más irrespetuosos. Y eso se ve en diferentes extractos sociales.
El lugar del “piropo” no fue un barrio marginado y según la vestimenta de los niños no parecían pobres. Claro, no quiere esto decir que a los pobres se les justifiquen las faltas de respeto, pero ya es casi normal que en las calles de los barrios pobres se escuchen improperios de boca de niños y adultos.
Yo nací y me crié en un barrio de un pueblo. En aquellos tiempos (no hace mucho porque sólo tengo 24 años) los padres nos obligaban a respetar tanto a los mayores como a los otros niños.
Un ejemplo es que al colmado de mi papá ningún niño se atrevía a decir "malas palabras" ni a ir sin camisa al colmado. Y si alguno llegaba así, papi los obligaba (a través de consejos) a volver a su casa y ponerse alguna camisa, antes de venderle cualquier mercancía. El niño volvía vestido y luego la madre le agradecía a papi que la ayudada y aconsejara su hijo.
No obstante, la mayoría mis vecinos de la niñez eran pobres y muy pobres, eran generalmente respetuosos.
Las cosas van cambiando. Es momento de hacer un alto en el camino y evaluar cómo estamos educando los niños? Qué les enseñamos en las casas, escuelas y barrios?
Y tomar la decisión de educar, entre todos, la nueva generación.
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