Tarzán
Para hacerle honor al adagio "la necesidad es la madre de la invención", Juan, o "Tarzán Dominicano", construyó su vivienda sobre un almendro en un parque de la avenida 30 de Mayo, próximo a edificio empresarial de E. León Jiménes. (Toto El Nacional/ Guillermo Burgos
Hombre vive en árbol en Malecón
POR SHIRA ABREU
El sueño de muchas personas es vivir en las alturas frente al mar, deleitarse con la salida y puesta del sol, además de ser acariciadas por la brisa mientras escuchan el golpeo de las olas.
Como la cara opuesta de la moneda, Juan tiene a su disposición todo eso pero no lo quiere. Porque su realidad no es como muchos la sueñan.
Guiado por la desesperación de no tener dónde vivir, construyó una suerte de guarida sobre un almendro en el malecón de Santo Domingo, próximo al edificio E. León Jimenes.
El techo lo hizo con un plástico transparente y el piso es un cartón reforzado con madera. Una tela rosada sirve de pared de su "penhouse" aéreo.
Juan sube y baja con agilidad trepando por el tronco casi al estilo de Tarzán. Arriba tiene algo de ropa y al pie del árbol, que es como el patio de su casa, opera su improvisada cocina con leña.
Recoge madera seca y cocina víveres, carne o lo que la jornada le depare, para saciar el hambre suya y la de "Rambo", un perro amarillo que encontró abandonado en el mercado agrícola de la Feria Ganadera y que se convirtió en su fiel compañero.
Cuenta Juan que él busca los desechos de la carnicería más cercana para alimentar tres veces al día a Rambo y que para costear sus propias necesidades vende cocos de agua.
Claro, él no tiene cocotal ni con qué comprar los cocos para revenderlos. Los tumba en el jardín de su morada, hecha muchos años después de que los cocoteros fueran plantados en la costa sur de Santo Domingo, para embellecerla.
La forma en que vive Juan tiene cierta semejanza con la de "Tarzán de la selva", el personaje ficticio criado por gorilas en la selva africana y que se paseaba por los árboles colgándose de largos bejucos.
De él, según un artículo publicado en es.wikipedia.org, han sido filmadas 200 películas, escrito 35 libros y producido cinco programas de televisión.
Pero el "Tarzán" dominicano no está inmortalizado por Hollywood ni es hijo de aristócratas como el personaje original.
Nació en San Cristóbal hace 33 años y sus padres lo regalaron cuando era bebé porque no podían mantenerlo. Ha vivido en las calles desde hace muchos años.
Relata que hace cinco años, cuando vivía en una cueva próxima a la playa Güibia, una periodista le hizo un reportaje con el propósito de presentar la forma en que vivía junto a otros indigentes.
Pero lo único que obtuvo con la publicación fue que la Policía los desalojara del refugio que compartían.
Al principio del encuentro, Juan, un moreno delgado y vestido con ropa bastante sucia, estaba renuente a que su caso fuera publicado, porque teme que lo vuelvan a desalojar.
"Mi deseo y mi sueño es ponerme a trabajá humildemente y estarme tranquilo en una casa", asegura.
Asegura que si consigue un trabajo buscaría una vivienda que le permita librarse de las inclemencias del sol, abrigarse de la fría brisa de la noche y bajar de la peligrosa altura frente al mar a que lo subió la desventura.
Hombre vive en árbol en Malecón
POR SHIRA ABREU
El sueño de muchas personas es vivir en las alturas frente al mar, deleitarse con la salida y puesta del sol, además de ser acariciadas por la brisa mientras escuchan el golpeo de las olas.
Como la cara opuesta de la moneda, Juan tiene a su disposición todo eso pero no lo quiere. Porque su realidad no es como muchos la sueñan.
Guiado por la desesperación de no tener dónde vivir, construyó una suerte de guarida sobre un almendro en el malecón de Santo Domingo, próximo al edificio E. León Jimenes.
El techo lo hizo con un plástico transparente y el piso es un cartón reforzado con madera. Una tela rosada sirve de pared de su "penhouse" aéreo.
Juan sube y baja con agilidad trepando por el tronco casi al estilo de Tarzán. Arriba tiene algo de ropa y al pie del árbol, que es como el patio de su casa, opera su improvisada cocina con leña.
Recoge madera seca y cocina víveres, carne o lo que la jornada le depare, para saciar el hambre suya y la de "Rambo", un perro amarillo que encontró abandonado en el mercado agrícola de la Feria Ganadera y que se convirtió en su fiel compañero.
Cuenta Juan que él busca los desechos de la carnicería más cercana para alimentar tres veces al día a Rambo y que para costear sus propias necesidades vende cocos de agua.
Claro, él no tiene cocotal ni con qué comprar los cocos para revenderlos. Los tumba en el jardín de su morada, hecha muchos años después de que los cocoteros fueran plantados en la costa sur de Santo Domingo, para embellecerla.
La forma en que vive Juan tiene cierta semejanza con la de "Tarzán de la selva", el personaje ficticio criado por gorilas en la selva africana y que se paseaba por los árboles colgándose de largos bejucos.
De él, según un artículo publicado en es.wikipedia.org, han sido filmadas 200 películas, escrito 35 libros y producido cinco programas de televisión.
Pero el "Tarzán" dominicano no está inmortalizado por Hollywood ni es hijo de aristócratas como el personaje original.
Nació en San Cristóbal hace 33 años y sus padres lo regalaron cuando era bebé porque no podían mantenerlo. Ha vivido en las calles desde hace muchos años.
Relata que hace cinco años, cuando vivía en una cueva próxima a la playa Güibia, una periodista le hizo un reportaje con el propósito de presentar la forma en que vivía junto a otros indigentes.
Pero lo único que obtuvo con la publicación fue que la Policía los desalojara del refugio que compartían.
Al principio del encuentro, Juan, un moreno delgado y vestido con ropa bastante sucia, estaba renuente a que su caso fuera publicado, porque teme que lo vuelvan a desalojar.
"Mi deseo y mi sueño es ponerme a trabajá humildemente y estarme tranquilo en una casa", asegura.
Asegura que si consigue un trabajo buscaría una vivienda que le permita librarse de las inclemencias del sol, abrigarse de la fría brisa de la noche y bajar de la peligrosa altura frente al mar a que lo subió la desventura.
Comentarios