Juntos, una locura!
Los sextillizos Manuel, Kiara, Hugo, Emilio, Paola y Emely Figuereo Pérez, de un año y dos meses de edad, posan para El Nacional. Mientras los varones se concentran en la cámara, las hembras lloran buscando la atención de su madre, que abnegada los cuida junto a familiares. (El Nacional / Guillermo Burgos)
La ardua labor de atender sextillizos
POR SHIRA ABREU
Sólo cuidar, alimentar, bañar y cambiar los pañales de sus hijos resulta una odisea para la pareja que hace un año y dos meses recibió a seis bebés en un sólo parto, tras ser concebidos mediante inseminación artificial.
Durante el primer año de los sextillizos, cuatro enfermeras pagadas por el Estado los ayudaban. Además, recibían una subvención a través de la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social (Sespas).
La ayuda cesó en enero, aunque les prometieron que se mantiene, dijo Máxima Pérez, la madre de los seis bebés.
Desde el sábado, como en otras ocasiones, Manuel, Kiara, Hugo, Emilio, Paola y Emely, están enfermos, unos tienen gripe y otros diarrea. Por eso, la madre, primas y abuela redoblan sus esfuerzos para cuidarles.
"Cuando a uno le da fiebre, ese mismo día van cayendo los otros uno por uno", dijo preocupada Máxima, quien cuenta que esos son los momentos más difíciles para ella.
Los sextillizos fueron su segundo parto. Ella y su esposo, Emilio Figueres, ya tenían a Fiordis Massiel, de seis años.
Hace 14 días la joven madre, de 34 años, se operó para no tener más hijos. Explicó que los médicos no la prepararon al dar a luz, porque los niños corrían el riesgo de no sobrevivir.
Cuenta su madre que al parecer los pequeños se combinan para llorar, cuando uno comienza los demás le siguen. Los seis comparten una habitación en el segundo nivel de la casa. El cuarto está amueblado con cinco cunas, un corral, dos camas pequeñas para quienes los cuidan y una mesa para prepararles la leche.
La familia vive en una casa modesta en el residencial El Morro, de Villa Mella.
"Para nosotros es dura la parte económica... la gente no se imagina cuánto nosotros gastamos. Los gastos que tenemos de verdad que superan lo que recibimos", explica Máxima.
Dice que la familia gasta mensualmente en alimentación y medicamentos lo que gastaría una familia con un sólo bebé en seis meses.
Cada dos días y medio usan una lata grande de leche (2,500 kilogramos). Ya comen alimentos sólidos. Les gustan las sopas, habichuelas, arroz y víveres pero detestan las papillas y los purés. Consumen 36 pañales desechables por día.
Los últimos dos años de Máxima han sido intensos, caracterizados por una mezcla de alegrías, dolor, angustias y desesperación, pero cada día aprende algo de esa situación. Sobre todo ha tenido que ejercitar el don de la paciencia.
"Si no fuera por mi paciencia, no hubiese podido seguir adelante desde el embarazo hasta ahora", dice.
La noticia de que tenía un embarazo múltiple le resultó chocante. Le surgieron preguntas acerca de cómo los iba a cuidar y mantener. E incluso llegó a preguntarse cómo podría darles cariño a todos, "porque hasta éso es difícil".
Los niños nacieron a sus 29 semanas de gestación el 26 de diciembre de 2005, en el Hospital General Plaza de la Salud. Cinco de ellos pesaron entre dos y dos libras y media. Pero Emely sólo alcanzó libra y media, tenía dificultades respiratorias y neurológicas. Recién nacida sufrió un paro respiratorio. Y todavía padece problemas neurológicos y recibe fisioterapias.
Mientras que el mayor de sus hermanitos pesa 25 libras y camina como otros tres de ellos, Emely sólo pesa 14.
Pero los médicos dan esperanza de que puede recuperarse, dice Máxima.
Esos bebés, los únicos sextillizos del país hasta la fecha, son como los otros niños a su edad. Inquietos y algo egoístas. Desenchufan y tumban la radio, se suben a las verjas que dan a la calle, tiran al suelo lo que haya sobre la mesa, tratan de entrar los dedos en los tomacorriente, se golpean entre ellos, lloran, ríen, duermen...
Y como otra confirmación de que son como los otros niños, después de cada travesura dan a su madre una sonrisa que le llega directamente al corazón y la anima a continuar su lucha de cada día.
Durante el primer año de los sextillizos, cuatro enfermeras pagadas por el Estado los ayudaban. Además, recibían una subvención a través de la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social (Sespas).
La ayuda cesó en enero, aunque les prometieron que se mantiene, dijo Máxima Pérez, la madre de los seis bebés.
Desde el sábado, como en otras ocasiones, Manuel, Kiara, Hugo, Emilio, Paola y Emely, están enfermos, unos tienen gripe y otros diarrea. Por eso, la madre, primas y abuela redoblan sus esfuerzos para cuidarles.
"Cuando a uno le da fiebre, ese mismo día van cayendo los otros uno por uno", dijo preocupada Máxima, quien cuenta que esos son los momentos más difíciles para ella.
Los sextillizos fueron su segundo parto. Ella y su esposo, Emilio Figueres, ya tenían a Fiordis Massiel, de seis años.
Hace 14 días la joven madre, de 34 años, se operó para no tener más hijos. Explicó que los médicos no la prepararon al dar a luz, porque los niños corrían el riesgo de no sobrevivir.
Cuenta su madre que al parecer los pequeños se combinan para llorar, cuando uno comienza los demás le siguen. Los seis comparten una habitación en el segundo nivel de la casa. El cuarto está amueblado con cinco cunas, un corral, dos camas pequeñas para quienes los cuidan y una mesa para prepararles la leche.
La familia vive en una casa modesta en el residencial El Morro, de Villa Mella.
"Para nosotros es dura la parte económica... la gente no se imagina cuánto nosotros gastamos. Los gastos que tenemos de verdad que superan lo que recibimos", explica Máxima.
Dice que la familia gasta mensualmente en alimentación y medicamentos lo que gastaría una familia con un sólo bebé en seis meses.
Cada dos días y medio usan una lata grande de leche (2,500 kilogramos). Ya comen alimentos sólidos. Les gustan las sopas, habichuelas, arroz y víveres pero detestan las papillas y los purés. Consumen 36 pañales desechables por día.
Los últimos dos años de Máxima han sido intensos, caracterizados por una mezcla de alegrías, dolor, angustias y desesperación, pero cada día aprende algo de esa situación. Sobre todo ha tenido que ejercitar el don de la paciencia.
"Si no fuera por mi paciencia, no hubiese podido seguir adelante desde el embarazo hasta ahora", dice.
La noticia de que tenía un embarazo múltiple le resultó chocante. Le surgieron preguntas acerca de cómo los iba a cuidar y mantener. E incluso llegó a preguntarse cómo podría darles cariño a todos, "porque hasta éso es difícil".
Los niños nacieron a sus 29 semanas de gestación el 26 de diciembre de 2005, en el Hospital General Plaza de la Salud. Cinco de ellos pesaron entre dos y dos libras y media. Pero Emely sólo alcanzó libra y media, tenía dificultades respiratorias y neurológicas. Recién nacida sufrió un paro respiratorio. Y todavía padece problemas neurológicos y recibe fisioterapias.
Mientras que el mayor de sus hermanitos pesa 25 libras y camina como otros tres de ellos, Emely sólo pesa 14.
Pero los médicos dan esperanza de que puede recuperarse, dice Máxima.
Esos bebés, los únicos sextillizos del país hasta la fecha, son como los otros niños a su edad. Inquietos y algo egoístas. Desenchufan y tumban la radio, se suben a las verjas que dan a la calle, tiran al suelo lo que haya sobre la mesa, tratan de entrar los dedos en los tomacorriente, se golpean entre ellos, lloran, ríen, duermen...
Y como otra confirmación de que son como los otros niños, después de cada travesura dan a su madre una sonrisa que le llega directamente al corazón y la anima a continuar su lucha de cada día.
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