Maltratadas, marcadas por siempre
Ayer conocí a dos mujeres que sufrieron en tres meses abusos psicológicos, físicos y sexuales que probablemente las marcarán de por vida. Sus nombres son Flor y Rosmery. Ellas nos quieren que sus imágenes sean divulgadas ni sus apellidos porque temen por sus vidas, pues en junio salieron ilegalmente de República Dominicana rumbo a España con “escala técnica” en Turquía, y los"pillos" que organizaron el viaje podrían tomar represalias por sus denuncias.
En ese país supuestamente les entregarían visas europeas. Pero tras gastar todo el dinero que tenían en trámites inútiles quedaron allí varadas, en un país que nadie hablaba su idioma, que nadie les tendía una mano.
Pasaron días de hambre, amanecieron tres días en las calles y comieron pan con agua por más de dos semanas.
Cuando encontraron a alguien que se ofreció a ayudarlas, éste les retuvo sus pasaportes y las mantuvo junto a otras dominicanas por una semana en un apartamento obligándolas a prostituirse. Si no lo hacían una tremenda golpiza les esperaba.
Flor y Rosmery son dos víctimas de las miles de mujeres, provenientes de países pobres que dejan su patria y familias para buscar un mejor porvenir y que terminan bajo el dominio de explotadores sexuales.
Allá en un país que muchos no saben ubicar en el mapa, de cultura diferente a la nuestra, a miles y miles de kilómetros, quedan las nueve mujeres que se fueron con ellas y que no tuvieron la suerte de regresar como ellas lo hicieron hace una semana.
Las ayudaron a regresar el Centro de Solidaridad Afl-cio y del Cenus, quienes llevaron el caso hasta la Cancillería de la República.
De ese viaje, en que ellas y sus familias se endeudaron, hipotecaron sus casas para pagar miles de dólares, sólo les quedan traumas que posiblemente persigan a ellas y a sus familias toda la vida.
En ese país supuestamente les entregarían visas europeas. Pero tras gastar todo el dinero que tenían en trámites inútiles quedaron allí varadas, en un país que nadie hablaba su idioma, que nadie les tendía una mano.
Pasaron días de hambre, amanecieron tres días en las calles y comieron pan con agua por más de dos semanas.
Cuando encontraron a alguien que se ofreció a ayudarlas, éste les retuvo sus pasaportes y las mantuvo junto a otras dominicanas por una semana en un apartamento obligándolas a prostituirse. Si no lo hacían una tremenda golpiza les esperaba.
Flor y Rosmery son dos víctimas de las miles de mujeres, provenientes de países pobres que dejan su patria y familias para buscar un mejor porvenir y que terminan bajo el dominio de explotadores sexuales.
Allá en un país que muchos no saben ubicar en el mapa, de cultura diferente a la nuestra, a miles y miles de kilómetros, quedan las nueve mujeres que se fueron con ellas y que no tuvieron la suerte de regresar como ellas lo hicieron hace una semana.
Las ayudaron a regresar el Centro de Solidaridad Afl-cio y del Cenus, quienes llevaron el caso hasta la Cancillería de la República.
De ese viaje, en que ellas y sus familias se endeudaron, hipotecaron sus casas para pagar miles de dólares, sólo les quedan traumas que posiblemente persigan a ellas y a sus familias toda la vida.
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