Semillas de Cajuil permiten familias ganarse el sustento

Con motivo de Semana Santa, La venta de semillas de cajuil, batata
asada, dulces y cajuiles frescos a orillas de la autopista Duarte ha crecido, gracias al gran número de vacacionistas que se detienen a comprar. Cientos de personas de más de nueve comunidades de Pedro Brand y Villa Altagracia ganan cada día en esa actividad el sustento de sus familias.


POR SHIRA ABREU
El Nacional

PEDRO BRAND.- Semana Santa es la segunda mejor época para la venta de semillas de cajuil tostadas y otros productos a la orilla de la autopista Duarte, costumbre que representa el sustento de cientos de familias en más de nueve comunidades de Pedro Brand y Villa Altagracia.
Los pequeños negocios, que llenan de color las orillas de la autopista desde Villa Altagracia hasta las proximidades del peaje en Santo Domingo, tienen su mejor época en diciembre, no obstante los días como hoy, Jueves Santo, las ventas crecen hasta en un 600 por ciento.
Sin embargo, los tarantines atendidos generalmente por niños, adolescentes y jóvenes, son sólo la "vitrina" del esfuerzo de familias completas que se benefician directa o indirectamente de ese comercio.
Desde que los primeros rayos del Sol empiezan a calentar el asfalto, llegan en motocicletas al paseo los dependientes con sus mercancías en frascos dentro de cubos de pintura, acomodan su mercancía y se cubren de las inclemencias del tiempo bajo casuchas, a esperar que los conductores se detengan a comprar sus delicias, a las que muchos les atribuyen poderes medicinales y afrodisíacos.
Los frascos pequeños de semillas cuestan 90 pesos, los grandes 180, el dulce de cajuil en almíbar vale 90, las batatas asadas 30, las latas de mangos banilejos 80 y las cadenetas de cajuil fresco a 80 y 100 pesos. Por supuesto, que regateando se pueden conseguir rebajas.
El expendio de esos productos es una tradición que data, según sus precursores, de la época de Trujillo.
Mientras los pequeños cuidan los puestos, los adultos tuestan, pelan, clasifican y envasan los productos en sus patios de los poblados de Hato Viejo, Piedra Gorda, Frasco Gordo, El 36, El 40, El 32, San Miguel y Lomas Lindas, de Pedro Brand, al igual que de otros lugares de Villa Altagracia.
"Si no fuera por los cajuiles la mayoría de la gente pasara hambre", asegura Agripina de Jesús (Virtudes), mientras pela cajuiles rojos y amarillos para convertirlos en el delicioso dulce de esa fruta.
Virtudes y su esposo, Juan Carmona (Juanito), están muy agradecidos del progreso que para ellos ha representado ese negocio a lo largo de los últimos 23 años.
Ella recuerda que cuando se casó con Juanito vivían en un "ranchito" pequeño de madera, y que gracias a "las semillas" hoy residen en una casa de block techada de zinc de tres habitaciones junto a sus cinco hijos.
Los mayores, Benito, de 20 años, y Juan (Aneudy), de 16, se turnan para atender el puesto.
Y su madre dice jocosamente que ella y sus hijos producen más que su esposo en su trabajo como operario en la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd).
Pero el negocio no fue una iniciativa suya. Es una tradición familiar de más de tres generaciones en la familia de Juanito. Oliver Pereyra Figuereo, de 13 años, atiende un puesto a unos 20 metros del de su primo Luis Enrique Figuereo, de 15. Oliver cuenta que en tiempos de cajuiles él y sus hermanos los recolectan en los montes del kilómetro 32, donde vive. Cuando no hay, sus padres los compran en Baní y Barahona. También los compran enlatados, importados desde la India, como explica Santa Mejía, de 21 años, quien desde hace algunos meses dejó de atender el negocio familiar para montar el suyo. Santa está muy emocionada con las ventas que proyecta hacer durante la Semana Mayor, y recuerda que "el año pasado fue un palo. En un día vendí mil y pico de semillas y mucha batata", dijo.
Pero la joven comerciante no piensa quedarse en esa actividad toda su vida y sueña con ser enfermera.
Según algunos habitantes de avanzada edad de Hato Viejo, esa comunidad de características rurales es originalmente agrícola, aunque hoy la principal ocupación es la comercialización de productos en la carretera, además del "concho".
Hato Viejo y San Miguel tienen cada una un teléfono público de antena, no tienen escuela ni policlínica. Los niños asisten a la primaria pública de Lomas Lindas, y después de sexto a Pedro Brand. El hospital más cercano es el psiquiátrico Padre Billini del kilómetro 28.
Junto a las humildes casitas de sus residentes, hay casas de veraneo y fincas cuyos propietarios disfrutan de la vida de campo cerca de la ciudad.
Los precursores
"La inventora del dulce fui yo y de la semilla en pote, en 1977", manifestó orgullosa Miledis Carmona, de 54 años, quien se inició desde los ocho en esos menesteres.
Miledis aprendió ese oficio de su hermana mayor, Simeona (Maison), una mujer que no sabe su edad exacta pero que cree tener como 75 años.
Maison, por su parte, se arroga haber sido la pionera en vender las nueces en la carretera, hace más de 50 años.
En esa época vendían paquetitos envueltos en papel, a 10 centavos.
Maison también enseñó a su madre, Catalina Carmona (Cató), de unos 110 años.
Cató ya no vende cajuiles, aunque medio sorda y empequeñecida con los años, ve a sus hijos, nietos y biznietos proseguir petuar el oficio que ha sustentado a la familia Carmona por décadas.
Cómo asar semillas
Lo promero es secar bien las semillas al sol. Luego se asan sobre una un güallo sobre leña, después se parten y se ponen al sol otra vez. Luego se pelan, y si están muy blancas las vuelven a pasar por el fuego. Finalmente de colocan en frascos de cristal (principalmente los de mayonesa, que compran a seis pesos en Santo Domingo).
La batata asada
Mientras tanto, Aquilino tiene más de 20 años asando batatas. Con un cigarro grueso en la boca, se concentra en su delicada tarea. Para asarlas prepara tanques de metal destapados por los dos lados. Los sube sobre piedras, les pone leña y la enciende debajo y coloca las babatas en las orillas del tanque, soportadas con pedazos de madera. En alrededor de hora y media están listas. Aquilino es empleado de Alcides, quien las vende a los dueños de los tarantines.
El cajuil
Su nombre científico es Anacardium occidentale, aunque le conocen también como Marañón, Merey, Alcayaiba, Caují y Locote.
Es originario de Brasil y se encuentra en Africa Oriental y Occidental, India y otros países como República Dominicana, aunque en menor proporción.
El portal www.infojardin.net sostiene que las semillas son nutritivas, afrodisíacas y estimulan el intelecto. De igual manera la corteza es eficaz contra la pérdida de memoria, debilidad de origen nervioso y edemas de las piernas.