PELIGRO Transporte público, historia de violencia y atropellos a usuarios

"""Así quieren cobrar 25 y 30 pesos por los pasajes. Ahora los choferes se están echando a muertos dizque que están en quiebra. Yo quisiera una quiebra como esa. Muchos conocemos choferes o hemos hablado con ellos y sabemos que no hay ninguna quiebra. Todo lo que dice este reportaje de Modesto Rodríguez lo he visto y escuchado. También he sido víctima de maltratos por parte de choferes y cobradores. !Que abuso ir parado como vacas en una guagua y sobre eso pagar 30 pesos! En las OMSAS aunque viajes parado los cobradores son respetuosos en su mayoría. Si el gobierno metió la pata en el contrato de subsidiar la OMSA es un problema que se debe enfrentar, pero no por esto el Estado debe pagar 15 pesos por cada pasajero. Que control habría para saber cuantos pasajeros montaron? Llevaría el control el mismo cobrador que finge que se le olvida devolverte cuando le pagas con un billete se 100?"""
PELIGRO
Transporte público, historia de violencia y atropellos a usuarios

Por Modesto Rodríguez/Listín Diario
SANTO DOMINGO.-
La ruta que hace a diario el pasajero del transporte público hacia el trabajo, centro de estudio o cualquier otro destino, está marcada por episodios de maltratos, insultos y agresiones en que incurren cobradores y chóferes contra los usuarios.
Pero el maltrato no sólo se manifiesta con los insultos, sino cuando el chófer acelera antes de que el pasajero se siente o termine de bajar, o cuando lo deja a propósito, lejos de su parada.
“E ¥ta gente cree que e ¥to es un burro”, es una de las frases más socorridas de los chóferes, cuando se discute por una de esas paradas retardadas o adelantadas.
Los choferes se detienen en cualquier lugar a la hora de tomar un pasajero, pero cuando se trata de dejarlo “es donde se pueda”.
Otro modo de agresión al pasajero es cuando se produce una paralización del transporte, dejando varados a miles de usuarios en cualquiera de las rutas o cuando ponen al pasajero a participar en las peleas entre conductores por la toma de pasajeros o cuando un alegado “pirata” se incorpora a dar el servicio.
El pasajero, esencialmente de los microbuses, minibuses y autobuses, necesitado de transporte para trasladarse a su destino, se ve obligado a usar un vehículo con un conductor con frecuencia temerario y un cobrador huraño.
Debe abordar en un ambiente donde los asientos, además de incómodos, no alcanzan, y donde caben cuatro, compartir con cinco pasajeros o irse “agachado” o parado durante varios kilómetros para atravesar la ciudad o llegar a su destino.
Cuando les toca el asiento llamado “el palo de la cotorra” los usuarios son obligados a entrecruzar las piernas con los que ocupan el asiento del frente. Si la guagua está llena y hay apuro, los pasajeros no tienen más remedio que ir colgando en la puerta junto al cobrador, a riesgo de su seguridad.
El peligro“Pase atrás que el asiento es para cinco”, “Péguense como anoche”, “Rueden para atrás que la guagua está vacía”, se oye con frecuencia decir a un cobrador malhumorado y dispuesto a hacer bajar el pasajero si no obtempera a su “orden”.
Armados con un punzón o un puñal al cinto, o con un tubo, bate o machete escondido debajo de un asiento o tras una puerta, tanto el chofer como el “cobrador” forman un dúo violento y peligroso, que lejos de dar un servicio seguro y decente, son una amenaza para el usuario. Muchos conducen “resacados” por la parranda de la noche anterior, mal dormidos, y según comentarios en algunas rutas, otros tantos bajo los efectos de sustancias prohibidas.
No importa que sean niños, embarazadas o ancianos, nadie se escapa de un “boche” y el irrespeto de un maleducado y malhumorado “cobrador”, algo típico en el tránsito urbano de la ciudad Santo Domingo y sus comunidades vecinas.
Hay chóferes de unidades que van a paso de tortuga y haciendo paradas en prácticamente todas las intersecciones, pese a las quejas de usuarios que quieren llegar a tiempo a sus destinos. Sin embargo, esos mismos choferes también se pueden desplazar de manera alocada, especialmente cuando tienen detrás una guagua con la cual “compiten” por los pasajeros. “Cobrando, cobrando”, “Pásenme los chelitos”, “A pagar se ha dicho”, “Caigan con los chelitos”, “Suéltenme la plata”, “El cobrador señores”, “Cobrando C... los de adelante primero”, “Búscame mis cuartos c... o tú y yo nos matamos ahora mismo”, “Miren C... El que no pueda salir de su casa que no lo haga, si no tiene el pasaje”. Marina Gutiérrez, que viaja desde el sector El Almirante hasta la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), relata que en los minibuses de su “ruta” los choferes y los cobradores para introducir más pasajeros de la capacidad “amarran” los asientos y les ponen espaldares, luego de sobrellenar, montan gente doblados y parados en la puerta.
José B. García dijo: “una vez venía en una guagua desde San Pedro de Macorís para la Capital y una pobre señora subió en Juan Dolio y el cobrador empezó a cobrar a los pasajeros y la señora le pagó el pasaje que correspondía, pero el tipo alegaba que faltaban 5 pesos.
Sólo faltó que le diera golpes y le ordenó al chofer que se detuviera y bajó la dama para que se montara en otra guagua”. Ramón Ortiz relato que un día se montó en una guagua de†Las Palmas†de Herrera hacia la Duarte, que iba atestada de pasajeros sentados y parados y un joven que subió, al ir incómodo decidió desmontarse para tomar otra guagua, y cobrador†quería cobrarle por la†fuerza el pasaje.
EXPERIENCIASAmarran los asientosMarina Gutiérrez, que viaja desde el sector El Almirante hasta la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), relata que en los minibuses de su “ruta” los choferes y los cobradores para introducir más pasajeros de la capacidad “amarran” los asientos y les ponen espaldares, luego de sobrellenar, montan gente doblados y parados en la puerta.
José B. García dijo: “una vez venía en una guagua desde San Pedro de Macorís para la Capital y una pobre señora subió en Juan Dolio y el cobrador empezó a cobrar a los pasajeros y la señora le pagó el pasaje que correspondía, pero el tipo alegaba que faltaban 5 pesos.
Sólo faltó que le diera golpes y le ordenó al chofer que se detuviera y bajó la dama para que se montara en otra guagua". Ramón Ortiz relato que un día se montó en una guagua de†Las Palmas†de Herrera hacia la Duarte, que iba atestada de pasajeros sentados y parados y un joven que subió, al ir incómodo decidió desmontarse para tomar otra guagua, y cobrador†quería cobrarle por la†fuerza el pasaje.

Comentarios

Blockurbano ha dicho que…
shira:

Como puedo subir una informacion con fotos a remolacha.net?

Gracias por anticipado
favor responder

Mi correo es abeljacoborz@hotmail.com

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