Júbilo y llanto en Guajimía

Nada de Mercedes Benz, BMW, Jaguar. Frente a los edificios recién inaugurados en Guajimia los parqueos son para triciclos, motocicletas y bicicletas. Son parte de las profundas desigualdades sociales. El Nacional/Guillermo Burgos



POR SHIRA ABREU

Entre júbilo y llanto transcurre el saneamiento de la cañada Guajimía. Los trabajos reflejan dos caras de la moneda, una de alegría, de las primeras 40 familias beneficiadas con apartamentos, y otra de los que en vez de viviendas les ofrecen dinero, o que se quedan a orillas de la cañada.
El objetivo del saneamiento es poner fin a los constantes desbordamientos de esa cañada y sus afluentes, y al peligro que representa para miles de residentes en Santo Domingo Oeste, quienes ya tienen por costumbre temer a Guajimía. La furia de sus aguas es la causante de muertes, desapariciones y pérdidas materiales en la zona.


Esta retroexcavadora amplía el cauce de Guajimía, como parte de los
trabajos de saneamiento de esa cañada y sus afluentes. Al fondo, obreros
trabajan y curiosos observan, algunos con la incertidumbre de si serán o no
reubicados en apartamentos. El Nacional/Guillermo Burgos

En días sin lluvia Guajimía no es más que un chorrito mal oliente cuyo cauce está lleno de basura. Pero cuando llueve es tan caudaloso y peligroso como un río con creciente.
El proyecto está programado para concluir su primera etapa en 2009 e incluye la instalación de una red de canalizaciones de drenaje sanitario y pluvial, para proteger contra inundaciones y regularizar el caudal que tiene como afluentes las cañadas Villa Aura, Las Caobas, Buenos Aires, El Indio y La Ureña.
Guajimía es, además, el principal eje de drenaje de la cuenca peri-urbana de Santo Domingo Oeste, informa la Caasd en su página web. Afecta a los sectores Alameda, Buenos Aires, Engombe, Herrera, Juan Pablo Duarte, La Altagracia, La Rosa y Las Caobas.
El presupuesto del saneamiento es de 83 millones de dólares financiados por el gobierno de Canadá, ejecutado por la empresa canadiense Dessau-Soprin, y coordinado por la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd).
El saneamiento incluye además la construcción de mil 320 apartamentos para alojar a familias residentes en las riberas de Guajimía, siempre y cuando la casa que habiten represente un obstáculo para los trabajos en la cañada, dijeron técnicos de la compañía canadiense y funcionarios de la Caasd.
Recientemente el presidente Leonel Fernández inauguró las primeras 208 viviendas, de las que ya entregaron 40. El complejo fue construido en el Lote de Las Caobas, a orillas de la cañada, pero en un tramo reparado que no despide el olor nauseabundo habitual de la zona.
Allí hay apartamentos de una, dos y tres habitaciones, cuyos baños, cocina, parque de esparcimiento y agua potable, contrastan con las antiguas viviendas de madera, cartones, hojas de lata y zinc que habitaban esas personas. Aún así, la gerente de comunicaciones de la Caasd aclaró que Guajimía no es un proyecto habitacional y que los apartamentos son sólo para los habitantes de la franja de la cañada que fueron censados hace casi dos años y cuyas viviendas obstaculicen los trabajos.
Una de las beneficiadas, Rita Isabel Acosta, quien vivió cuatro años a orilla de la cañada, ayer no ocultó su satisfacción por el cambio que dio su vida con el apartamento de dos habitaciones que le entregaron.
Mostró fotos de su antigua casa y un vídeo que tomó de la última crecida que vivió en Guajimía, en el cual se veía y oía el rugir del agua pasando justo detrás de su casa y poniendo en peligro su vida, la de su esposo y la de su niña de cuatro años. La mujer recordó que muchas veces la cañada entró a su casa y el terror que le causaba el simple aviso de lluvia.
La felicidad de Rita la quieren algunos de sus antiguos vecinos del barrio Ivancito, ubicado detrás de la tienda Carabela de la Prolongación 27 de Febrero.
A una rueda de prensa que organizaron ayer la Caasd y la Dessau-Soprin llegaron residentes del Ivancito que no fueron incluidos en los planes habitacionales. Cinco familias reclaman que llevan año y medio habitando la zona y que no les tomaron en cuenta. Sin embargo, dijeron a que otros que vivieron allí sólo algunos meses les entregaron los codiciados apartamentos.
Denuncian irregularidades y piden apartamentos. No quieren aceptar los 10 mil a 50 mil pesos que aseguran les ofrecieron como indemnización por las casitas en que viven al lado de las cañadas.
Para apaciguar a la comunidad, el encargado de proyectos de la Caasd, ingeniero Miguel López, aseguró que el caso de esas familias se está analizando y que el departamento legal encontrará una solución al problema. En ese momento las mujeres enfurecidas vociferaban que no abandonarán sus ranchitos hasta que les entreguen apartamentos.
En otra de las zonas afectadas, la confluencia de Guajimía con la cañada El Indio, donde iniciaron ayer los trabajos de limpieza, los moradores viven la incertidumbre de no tener claro si les reubicarán.
Una de ellas es la señora Negra Dirosen, quien dice tener 50 años, y que 23 de ellos ha visto miles de crecidas de Guajimía. Ella vive en una casita de madera y zinc en el punto que confluyen El Indio y Guajimía. Negra no sabe si la van a reubicar, mientras sus vecinos temen que la próxima crecida los arrastre.

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