Todavía espero a bomberos


Antenoche, pasadas las 10:30, me disponía a dormir cuando recordé que había acostado a la niña sin medias. Cuando salí de mi cuarto me di cuenta de que casi toda la casa estaba llena de humo, incluyendo la habitación de mi pequeña.

Corrí a buscar a la bebé y la encontré quejándose en la cuna por la molestia del humo.

A través del cristal de la ventana de su habitación se veía un fuerte resplandor. La abrí y vi como ardía un solar baldío.

Avisé a mi esposo y salió inmediatamente a apagarlo. Le pedí que no fuera, que llamaría a los bomberos, porque era mucho fuego para que apagarlo con una manguerita. Pero, no me hizo caso.

Llamé al 911, de donde me transfirieron al Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional y desde allí al de El Almirante, en Santo Domingo Este, el más cercano a mi casa puesto que vivo próximo a la zona franca de San Isidro.

Le doy todos los datos al amable oficial que tomó mi denuncia y a las 10:50 minutos me prometió que “le darían seguimiento al caso”, a lo que entendí que mandarían una unidad a apagar las llamas que se extendían rápidamente entre la maleza y la basura que algún “buen samaritano” (por no decir abusador), le prendió fuego.

Como el humo continuaba extendiéndose en la casa, me encerré con la bebé en el carro mientras llegaban los bomberos, al tiempo que mi esposo luchaba con el fuego.

Pasó media hora y no llegaban, 45 minutos y tampoco, todo ese tiempo desconocía también cómo le iba a mi esposo. Aumentó mi preocupación.

Pensé llamar otra vez a los bomberos pero antes quise enterarme de la suerte de mi marido.

Miré hacia el solar y descubrí que ya él sin la ayuda de ningún vecino ni bombero alguno había apagado las llamas, que si bien no representaban peligro de que se expandieran a ninguna propiedad, el humo que silente entró a mi casa sí pudo afectar la salud de mi familia, principalmente la de mi niña de 10 meses.

Espero que el incendiario deje la costumbre de quemar basura en los solares baldíos. Y también espero la llegada de los bomberos...

Publicado en El Nacional

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