La triste crónica de los gatitos que traté de salvar
Mis hijas tratando de alimentar uno de los gatitios. |
El 19 de junio, cuando estaba de
vacaciones en casa, a eso de las 9:00 de la mañana comencé a escuchar maullidos
en una casa deshabitada contigua a la mía. El llamado de los gatitos paraba y
volvía mientras yo miraba al patio de esa vivienda para confirmar si alguna
gata había parido allí. El llanto se intensificaba con el paso de las horas y
mientras el sol recrudecía.
Cuando me disponía a llamar a los dueños por teléfono pude
ver cuatro tiernos cachorritos tirados en la acera clamando a su madre. Les
llevé un cajita para que se refugiaran y leche diluida, pero eran tan tiernos
que no sabían cómo comer, pues los alejaron abruptamente su madre y de la
protección y salud que ella les daba con la leche materna de sus pechos.
Tres de los cuatro gatitos en la cajita que les puse. |
Traté de darle leche con un biberón que me quedaba de un
perrito que crié hacía un buen tiempo, pero la tetera era muy grande para
ellos. No quería dejarlos morir.
Mis hijas y yo nos quedamos con ellos allí en la calle
motivando a todo el que por allí pasara para que se llevara uno, pero nadie
quiso. En algún lugar debía estar la gata buscando a sus cachorros con las
tetas al reventar.
Mi cerebro me decía que no podía llevarlos a casa por los
dos perros que tengo, una gata, y poco tiempo cuando estoy laborando para poder
cuidar unos cachorros, pero mi corazón se resistía a dejarlos allí abandonados
a su suerte, destinándolos a una pronta muerte. A esto se sumaba la insistencia
de mis hijas para que los llevara con nosotras, principalmente la mayor que
lloraba desconsolada cuestionando las razones que llevaron a la persona que los
abandonó.
Ya en casa. |
El corazón pudo más y los puse en la cajita e inmediatamente
comencé una campaña en mis redes y en páginas como CatsLoversRD para
encontrarles familia. Muchos reaccionaron, pero no conseguí quien, con más
experiencia que yo en el tema, quisiera hacerse cargo de manera inmediata. Dos amigas me dijeron
días después que querían uno cada una, pero que luego los recibirían.
Así me enfrasqué en la tarea de darles leche en jeringa cada
dos o tres horas (me recomendaron sin lactosa) y estimularles su zona perineal
cada vez que comían para que pudieran orinar y defecar. Estas tareas lo hacen las
madres de forma instintiva hasta que los cachorros puedan defecar y orinar por su
cuenta, pero alguien decidió separarlos antes de que lograran esa importante
meta.
Los siguientes días transcurrían entre alimentarlos,
cuidarlos de mi perra pastor alemán y preguntarle a todo el mundo si quería un
gato, pues sabía que al volver al trabajo y al ausentarme por más de 12 horas
diarias complicaría su cuidado y bienestar. Cada día mis hijas, de ocho y dos
años, estaban más apegadas a ellos.
Unos 15 días después que los encontré los llevé al veterinario para desparasitarlos
y consultarles porque veía que tenían problemas para defecar. Ya con los
pequeños protegidos vuelvo a casa y al seguir indicaciones del profesional veo
que normalizaron sus funciones digestivas.
Gris mañana
Pero al amanecer del día siguiente encontré un ventanal
abierto y sólo tres gatitos en la zona de la sala en la que los tenía cercados.
Corría a abrir la puerta y allí estaba el cuerpo húmedo y ensangrentado del que
fuera el más travieso y vigoroso de los gatitos. Aquel momento fue desastroso
para nosotros, mi perra adorada había
apagado la luz de aquel pequeño animal.
Ese triste episodio motivó a que moviera los gatos para un
balcón, en el cual les preparé un pequeño refugio. Enterada de la situación una
de mis amigas fue al siguiente día a buscar a su nuevo hijo y un día después,
que era lunes 2 de julio, volví al trabajo y comencé a notar la inapetencia de los dos que
me quedaban.
Mientras trababa de encontrarle dueño a los demás seguía luchando
porque aprendieran a comer y tomar agua por ellos mismos pero fue imposible,
les dejaba agua y comisa especial de cachorros vuelta una ligera papilla pero
ni intentaban comer o beber, sólo lo hacían cuando les daba en jeringa.
Otro adiós
El martes en la noche, al volver de una extensa jornada,
encontré muerto al que siempre fue más débil. Otra muerte que no debió ser, que
no hubiese ocurrido si esos chiquitos hubiesen estado con su madre por lo menos
hasta las seis u ocho semanas de nacidos.
Mi hija menor no entendía qué pasó con el gatito blanco,
quería que lo despertara porque estaba durmiendo y cuando le expliqué que había
muerto y que estaba con Papá Dios me decía que Dios tenía que ponerle una pulla
en la nalguita para que el gatito volviera a casa. Mi alma estaba vuelta
añicos.
En ese momento me preguntaba ¿qué había hecho mal? porque les estaba fallando uno tras otro.
Otro cambio
Cambié de lugar al que quedaba, ahora en un
baño alejada del alcance de la perra, allí estaba su camita, agua (que no
tomaba sola), y la alimentaba antes de ir al trabajo, al volver y antes de
acostarme.
El viernes comenzó a defecar con sangre, por lo que el
sábado le llevé al veterinario que hizo coprológico y le puso tratamiento. Al
siguiente día sus deposiciones eran normales. Comencé a darle más papilla (con
cucharita porque no comía sola o solo, no sé) y se veía bien.
Pero el martes 11 en la noche le vi uno los dedos de su patita
derecha hinchados y con pus, el cachorrito estaba con poco apetito pero comió
un poco de alimento mojado que le di en la boca (yo estaba esperanzada de que
ya aprendiera a comer como lo hacía ya su hermano que había entregado a mi amiga).
La madrugada del miércoles estaba más triste y yo
desesperaba porque no sabía qué darle ni podía faltar al trabajo para llevarle
al veterinario; pero lo llamé y me dijo qué antibiótico darle. Cuando volví del
trabajo lo primero que me disponía a hacer era preparar su medicina y darle
comida, pero ya había sucumbido, se había cansado de sufrir y dijo adiós. Yo todavía no lo supero.
Mi motivo
Comparto esta historia más que para desahogar mi dolor e
impotencia, para tratar de tocar el corazón de toda aquella persona que está
desesperada con cachorros en casa y piensa tirarlos a la calle para que alguien
se los lleve.
Mi consuelo es que Manchita (el único sobreviviente) está cada día más bello y feliz. |
Los animalitos, al igual
que los humanos, necesitan estar con su madre hasta que estén listos para el
destete. Aunque muchos gatos han sobrevivido con cuidados especiales, un gatito
que no come ni defeca solo no debe ser retirado de su madre pues la leche
materna les da anticuerpos y los nutrientes que necesita en cada etapa.
Felicito a mi amiga Kayra por el excelente trabajo que está haciendo con Manchita y todo el amor que ella y su pareja le dan. |
Por lo menos un cachorro de esta camada sobrevivió y cada día recibo con alegría información de su progreso; pero
estoy segura que si hubiesen estado con su madre, todos vivieran aún.
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